viernes, 3 de junio de 2011

Balsa salvavidas

-¡No puedo seguir así!
-Recapacita. Esto no es tan malo.
-¡Míranos! Rodeados de esta constante ola de horror, de incertidumbre...
-Exageras, mujer.
-¡No! ¡No exagero! Yo no puedo soportarlo más: me iré de aquí.
Ella corrió a la orilla, dejando en el camino todo aquello que no necesitaba, todo lo que le molestaba.
Soltó las amarras de aquella pequeña balsa, se metió y comenzó a remar.
Y no miró atrás.
Y dejó tras de sí todo lo que odiaba, todo lo que le hacia daño...incluido él.
Y no se arrepintió.